Los mandalas en la naturaleza también los puedes encontrar si prestas atención y eres curios@.
«La belleza debe llamar primero, después retirarse.
No son sus formas, es su callarnos lo que nos enamora».
Lorena Ciocale.
Quería comenzar con esta hermosa fotografía, que me envió mi amiga Patricia desde Canarias. Gracias a ella se me ocurrió ir en busca de flores cerca de donde vivo, capturarlas en una fotografía y apreciar la geometría sagrada que nos rodea por todas partes.
Vivir en la ciudad de Cartagena es un auténtico privilegio para mí, porque en cinco minutos puedo acceder al mar o a la montaña.
Me gusta explorar la naturaleza, conocer nuevos caminos, e ir observando las maravillas de colores y formas, que se presentan a mi vista. Mientras camino escucho a los pájaros, siento el viento soplar entre las ramas.
Salí a caminar hacia mi montaña favorita, El Roldán, y esta vez decidí fotografiar flores, que me recordaran a los mandalas que yo pinto, y esto es lo que encontré durante mi bonito paseo…
Esta flor de los deseos fue la primera que apareció en mi camino. Observa como tiene un centro circular definido, y como a partir de él va creciendo otras formas simétricas, hasta llegar al borde externo con textura de algodón, cerrando este círculo. ¡Que bonito!
A lo largo de mi vida he visto cientos de margaritas, de diversos tamaños y colores, pero pocas veces me paro a observar esa geometría sagrada de la que participan.
Es tan asombroso ese equilibrio: Un círculo y unos pétalos alrededor conforman un mandala natural, perfectamente ordenado.
Me gustó especialmente detenerme ante esta flor y hacer una fotografía. A simple vista puede pasar desapercibida porque parece estar muerta, sin vida, sin colores llamativos.
Pero si te fijas bien, su forma nuevamente nos conduce a admirar su belleza y equilibrio, porque se repite el patrón de un círculo amplio, del que nacen espinas que asemejan los rayos del sol girando alrededor.
Más adelante, subiendo por mi sendero hacia el Roldán encontré a mi paso otra flor, cuyo nombre desconozco, y sentí toda su belleza natural emergiendo de entre la hierba.
Un círculo de numerosos filamentos finos amarillos, todos ellos naciendo de un único centro y expandiéndose hacia el exterior, buscando la luz.
Me llamaron la atención esta familia de plantas verdes, conformando lazos entre ellas a través de sus hojas, ¿ No te sugiere unión y cooperación esta fotografía?
A mí personalmente, esta imagen me hace vislumbrar formas de estrellas emergiendo de la tierra. Mandalas verdes-clorofila, estrellados en armonía, sobre la tierra: ¡poesía pura!
Cuando me encontré con estas florecillas me parecieron muy bellas, me recordaban a un racimo de uvas, o también a las celdas de los panales de miel que construyen las abejas.
Cada una de estas flores es como un diminuto mandala independiente, pero a la vez, formando parte de ese todo, que es el racimo de todas las flores juntas.
Y terminó mi paseo, y me traje en mi cámara todas esas flores, de una geometría casi perfecta.
Pisé el asfalto, y lo útimo que decidí inmortalizar en una fotografía fue esta hermosa flor, de color violeta pálido, que estaba plantada en un jardín, cerca del puerto.
Esta flor nos devuelve el mensaje que lleva escrito en su interior todo mandala: Todos poseemos un centro que se abre como una flor, para expandirse en equilibrio, y cooperar con la naturaleza.
•~…me encantó que veas la geometría sagrada, siempre la veo en todo lo natural en las flores, en los frutos, en las rocas, en el mar, en el cielo… en todo! Qué bello homenaje a Patricia como nos une la naturaleza y su sagrada forma de trascender. Gracias Beth!~•